Las infecciones vaginales constituyen uno de los principales motivos de consulta ginecológica. De hecho, la mayoría de mujeres sufre esta patología, al menos, una vez en la vida.
La vaginitis se define como una inflamación de la vagina que posee un origen habitualmente infeccioso. En algunos casos, también se puede ver afectada la vulva (vulvovaginitis).
La mayoría de infecciones vaginales no suelen ser graves y pueden ser tratadas. Sin embargo, la demora de la consulta y no ser tratadas a tiempo pueden convertirlas en recurrentes y graves e incluso
afectar a otros órganos.
Las infecciones vaginales más frecuentes son producidas por diferentes microorganismos:
hongos (vulvovaginitis candidiásica o candidiasis…), tricomonas, víricas (papiloma humano y herpes genital…) y de origen bacteriano (clamidia, gardnerella, gonorrea…).
La mejor manera de prevenir las infecciones vaginales es mediante unas adecuadas normas higiénicas. Aconsejamos el uso periódico de Ilitia Espuma de Higiene Íntima o Ilitia Gel de Higiene Íntima.
Recomendaciones para prevenir las infecciones vaginales
La mejor manera de prevenir la vaginitis es mediante unas adecuadas normas higiénicas como:
- Limpieza del área vulvo-vaginal con productos de higiene íntima especializados, formulados con agentes limpiadores suaves y que respeten el pH de la flora vaginal.
- Evitar el uso de tampones aromatizados y desodorantes vaginales, ya que pueden favorecer su aparición.
- Utilizar preferentemente ropa interior de algodón y evitar ropas húmedas y ajustadas (al menos por periodos prolongados).
- Seguir prácticas sexuales seguras.
- Intentar mantener un bajo nivel de estrés.
VAGINITIS
Son muchas las causas que pueden provocar la vaginitis:
- Alergias o irritaciones provocadas por espermicidas, productos de higiene corporal inadecuados, jabones fuertes, tampones aromatizados, detergentes o suavizantes de ropa.
- Los cambios hormonales pueden aumentar la predisposición a padecerla.
- Algunas enfermedades como la diabetes.
- Los coitos sin lubricación adecuada.
- Uso de determinados fármacos, fundamentalmente antibióticos y medicamentos esteroideos.
- Malformaciones congénitas de vagina y útero.
- Enfermedades de transmisión sexual.