Algunos datos sobre el hueso
Lo que conocemos con el término “hueso”, tiene su origen en el latín, ossum, y nos permite mencionar a las piezas duras que forman el esqueleto de los vertebrados. Los huesos forman parte del tejido óseo, estructura viva y extraordinariamente importante para nuestro organismo, tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo.
En conjunto, nuestros huesos desempeñan múltiples funciones. Nos ofrecen soporte y protección a los órganos internos frente a los traumatismos, alberga la médula ósea (imprescindible para el desarrollo y almacenamiento de las células sanguíneas) y es esencial para el movimiento. Además, el tejido óseo almacena minerales tales como el calcio y el fósforo, los cuales nos ayudan a mantener los huesos fuertes, y los liberan a otros órganos cuando estos son necesarios para otras funciones.
El balance normal construcción-destrucción del hueso
Además de las funciones mencionadas anteriormente, el hueso forma parte de un tejido dinámico que está en constante renovación, en forma de síntesis (formación) y resorción (destrucción) Efectivamente, a lo largo de toda la vida, nuestros huesos sufren una remodelación constante en la que se forma tejido óseo nuevo y se destruye tejido óseo maduro, en un proceso denominado remodelado óseo. De este modo, la creación y destrucción de hueso se mantiene en un balance sano modelándose según sea necesario para el normal funcionamiento del organismo. Este proceso se hace necesario durante las etapas de crecimiento o para la reparación de lesiones. Así, durante la infancia y adolescencia (aproximadamente hasta los 30 años), el proceso de síntesis es más importante. Durante este periodo, se produce el mayor crecimiento y maduración del esqueleto, junto con una mineralización ósea que se consolida al final de la pubertad, cuando se alcanza el “pico de masa ósea”. La calidad del hueso conseguida en ese momento resulta fundamental para prevenir riesgos posteriores, ya que, pocos años después empieza a predominar la resorción, es decir, se empieza a perder hueso.
Si bien la resorción ósea ocurre de forma continua en el cuerpo humano manteniéndose en equilibro con la formación de hueso nuevo, a medida que la edad avanza, la tasa de resorción tiende a superar la tasa de formación. Durante este proceso de remodelación, el hueso es destruido por la actividad de unas células especializadas llamadas osteoclastos, liberando los minerales que lo forman desde la matriz ósea a la circulación sanguínea. A esta disminución de la densidad ósea como parte del proceso del envejecimiento del organismo, se le denomina osteopenia. Esta no es una enfermedad, como sí lo es la osteoporosis.
La osteoporosis: Cuando los huesos están en riesgo
Por definición, según la Organización Mundial de la Salud, la osteoporosis es un proceso caracterizado por la disminución de la densidad mineral ósea asociado a una alteración de la microestructura del tejido óseo, con el consiguiente aumento de la fragilidad del hueso y el riesgo de fracturas. Una de las características principales de estas fracturas es que se producen con mínimos impactos (fracturas “espontáneas”), y son más frecuentes en el llamado hueso trabecular o esponjoso, especialmente, en el fémur, cadera, muñeca, vértebras…
La pérdida de densidad ósea se puede detectar, principalmente por dos vías. Por una parte, mediante determinadas analíticas en sangre que determinen la presencia de niveles altos de marcadores sugestivos de una resorción ósea anormalmente aumentada o descompensada. Por otro, de determinadas pruebas de imagen, especialmente, la densitometría ósea y rayos X, dirigidas a medir la densidad mineral de los huesos.
La resultante de este desequilibrio entre los procesos fisiológicos o “programados” de síntesis y resorción del hueso en favor de esta última, puede producirse por varios factores que favorecerán en última instancia la aparición de osteoporosis.
Algunos de ellos, son factores evitables, como, por ejemplo:
- El envejecimiento, por sí mismo, produce una disminución en la cantidad del hueso, por lo que cualquier persona puede padecerla. El riesgo es mayor a partir de los 50 años.
- Factores genéticos: La incidencia de la enfermedad es mayor en aquellas personas cuyos familiares directos tienen historia previa de fracturas (padres o abuelos).
- Raza: más frecuente en caucásicos y asiáticos.
- Ciertas enfermedades de origen muy diverso, pueden desencadenar osteoporosis, como el hipoparatiroidismo, el hipertirioidismo (Síndrome de Cushing) o la hipovitaminosis D (raquitismo) Pero también las enfermedades inflamatorias ósea crónicas, como la artritis, o aquellas que provocan deficiente absorción intestinal de calcio. La colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, también pueden provocar una mayor tasa de resorción ósea que juega un papel clave en el avance de la enfermedad.
- Del mismo modo, algunos medicamentos, por ejemplo el uso prolongado de esteroides, corticoides, antiepilépticos o fármacos para el tiroides, pueden favorecer el proceso osteoporótico.
- Inmovilización prolongada, debida a cualquier enfermedad incapacitante.
Otros factores son evitables, por estar asociados a deficientes hábitos de vida, como por ejemplo:
- Falta de ejercicio físico.
- Exceso de consumo de alcohol y tabaco.
- Estilo de vida sedentario. El ejercicio es uno de los estímulos para la formación del hueso.
- El exceso de tabaco, alcohol o café.
- Sexo femenino. Las mujeres tienen un riesgo cuatro veces mayor que los hombres de desarrollar osteoporosis. Ocurre con más frecuencia en mujeres postmenopáusicas, como resultado de la falta de producción de estrógenos (hormonas femeninas), que intervienen en la formación de masa ósea en esta etapa, y que por tanto van a favorecer una disminución en el remodelado del hueso. El riesgo es mayor si se produce por menopausia precoz (antes de los 40 años), debido, por ejemplo, a la extirpación quirúrgica de los ovarios, ciertos casos de anorexia e, incluso, debido a la falta la menstruación en deportistas.
- Alimentación inadecuada. Lo veremos con más detalle en el apartado siguiente.
Alimentación y osteoporosis
Hemos visto anteriormente que el hueso es una estructura viva y activa, que continuamente se está remodelando mediante la formación de nuevo tejido y eliminación del antiguo. Esta remodelación puede verse afectada por las deficiencias y excesos nutricionales, que afectan a un alto porcentaje de la población en todo el mundo y que representa uno de los mayores costes sanitarios en los países occidentales. Existe una gran cantidad de datos sobre los efectos de un amplio grupo de nutrientes y alimentos sobre el estatus del hueso. Entre éstos se incluyen determinadas proteínas, como el colágeno, ácidos grasos y azúcares; minerales como el calcio, magnesio, potasio, cobre, cinc, silicio y sodio; y vitaminas D, C, A, K y B12.
De ellos, el mineral más abundante e importante que tenemos es el calcio. El 99% del calcio se deposita principalmente en los huesos y en los dientes. El resto, lo tenemos en el plasma sanguíneo haciendo funciones tan importantes como la transmisión del impulso nervioso, la contractibilidad muscular, la coagulación sanguínea o la permeabilidad de la membrana celular. El nivel de calcio en la sangre es constante y está regulado por la vitamina D y las hormonas calcitonina y parthormona. Según las necesidades del organismo, es siempre constante y está regulado por la vitamina D y las hormonas calcitonina y parathormona. Según las necesidades del organismo, estas provocan que haya una pérdida de calcio en el hueso o bien una incorporación.
Lo más importante no es la cantidad de calcio que ingerimos, sino más bien, si lo absorbemos correctamente.
Algunos de los factores que influyen en la absorción del calcio son los siguientes:
- Los oxalatos reducen la absorción, por formar sales insolubles son el calcio. Vegetales ricos en oxalatos son las espinacas o las acelgas. Por otra parte, las verduras bajas en oxalatos (brócoli y la col), proporcionan calcio de elevada biodisponibilidad. También el sésamo o las almendras.
- Los fitatos, del mismo modo que los oxalatos, también pueden bloquear la absorción del calcio. Se encuentran en baja proporción en la fibra de los cereales, pero en mayor concentración en el salvado.
- El equilibrio calcio-fósforo. El exceso de fósforo también dificulta la absorción de calcio. Lo ideal es ingerir el doble de calcio que de fósforo. Sin embargo, no se suele cumplir esta proporción al ingerir más fosfatos que calcio. Esto es así por ingerir fertilizantes químicos así como algunos aditivos alimentarios incluidos, por ejemplo, en embutidos y bebidas refrescantes.
- El exceso de proteínas. Conocemos que una ingesta elevada de proteínas favorece la eliminación de calcio. Es curioso el dato que en aquellos países donde se consume más lácteos y proteínas de origen animal, mayor es la incidencia de osteoporosis.
- El azúcar refinado y el exceso se sal, así como el abuso de café, alcohol y tabaco, favorecen también la eliminación de calcio.
Estos son los requerimientos de calcio:
Suplementos alimenticios para la osteoporosis
- CORAL CALCIO (relación calcio-magnesio, 2:1) Debido a que su carencia provoca osteoporosis, raquitismo, osteomalacia, irritabilidad y palpitaciones y tiene unas recomendaciones de consumo relativamente elevadas, es muy importante que sus necesidades básicas estén cubiertas durante la infancia y adolescencia así como durante el embarazo y lactancia.El calcio de coral se obtiene a partir de minas de coral fósil, en islas creadas por arrecifes que han estado fuera del mar durante muchos miles de años. Este coral marino fósil, depurado y triturado es una fuente muy rica en calcio, que es absorbido prácticamente en su totalidad y además el organismo acepta muy bien. A parte de ser muy rico en calcio, el coral marino contiene magnesio y más de setenta oligoelementos en una proporción muy parecida a la del cuerpo humano y que son fundamentales para los procesos enzimáticos del organismo.Por ser de los minerales que menos se aprovecha en la dieta, ya que su absorción tiene una eficiencia muy variable dependiendo de numerosos factores, la presencia de determinados factores se vuelve esencial para la correcta absorción del calcio, especialmente el magnesio y la vitamina D. El primero regula la absorción y asimilación del calcio, ya que suprime la acción de la paratohormona, hormona que aumenta la resorción ósea tras estimulas los osteoclastos. Una fuente combinada de calcio-magnesio es aconsejable ya que los herbicidas y plaguicidas utilizados en el tratamiento de los alimentos vegetales ricos en magnesio hacen que disminuya considerablemente la concentración de este.
- VITAMINA D3 – Colecalciferol. También denominada calciferol, la vitamina D es una de las vitaminas liposolubles imprescindibles para la absorción del calcio a nivel intestinal, así como para la formación normal de los huesos y de los dientes. Sin suficiente vitamina D, no podemos producir cantidades suficientes de la hormona calcitriol (conocida como la “vitamina D activa”), lo que causa que no se absorba suficiente calcio de los alimentos pudiendo causar osteoporosis y raquitismo.
- VITAMINA K2 – Menaquinona. La Vitamina K es una de las “llaves” que permite que el calcio del torrente sanguíneo llegue a los huesos. Por una parte, esencial para producir y activar la osteocalcina, proteína específica que favorece la fijación de calcio en los huesos y, por otra, inhibe la acción de los osteoclastos, favoreciendo, de esta manera, el mantenimiento de la masa ósea. Si bien hace falta asimilar bien el calcio, es igualmente imprescindible que se deposite en el lugar adecuado para evitar lo que se conoce como “la paradoja de calcio”: tener osteoporosis y calcificación arterial al mismo tiempo. Diversos estudios científicos evidencian que esta vitamina deposita el calcio en los huesos y evita que se instale en cartílagos y arterias, mientras que estudios más recientes confirman que suplementar con vitamina K2 menaquinona-7 mejora la rigidez arterial en mujeres sanas posmenopáusicas. Es importante conocer que mientras la vitamina K1 (se encuentra en los vegetales de hojas verdes), se asimila muy poco, en cambio, la K2 permanece más tiempo en sangre y es redistribuida en la circulación llevada por el colesterol LDL. Así, el tejido óseo y los vasos sanguíneos la pueden absorber y ejercer su acción.
- AGUA DE MAR ATOMIZADA. El agua de mar con fines terapéuticos se recoge en los llamados “vortex” o remolinos que surgen espontáneamente en los mares a una profundidad determinada. Rica en placton vegetal y animal, contiene además todos los elementos de la tabla periódica de los elementos, con la particularidad que lo hace además en la misma proporción que en nuestro medio interno, como son el líquido extracelular o el plasma sanguíneo entre otros. El agua de mar atomizada por permitir la correcta catálisis mineral y enzimática, es altamente remineralizante y energizante.
Que puedo tomar para reforzar mis huesos. Gracias.
Hola Silvia! Puedes tomar Dictyolone que contiene calcio y vitamina para reforzar los huesos y fijarlos. Un saludo!