El impulso maternal
- Sabemos de la existencia de un impulso que empuja a una madre a ocuparse y actuar por su bebé, un impulso instintivo que hace sin reflexionar y que la lleva a sacrificarse por él. Pese a ello, hasta ahora, no se ha admitido este vínculo particular que se establece entre la madre y el niño desde el momento de la concepción; es decir, aparentemente para la ciencia, el instinto maternal no existe.
- Al contrario, se suele renegar de él aduciendo que a las mujeres se les marca el camino; que, a pesar de la supuesta libertad de elección, la presión social para tener hijos es enorme. No parece ello muy probable, ya que esta especie de enamoramiento de sus retoños, este comportamiento tan antiguo como es el instinto maternal, se trata de una necesidad evolutiva que está orientada a preservar la procreación.
La ciencia comprueba el impulso maternal
- Sin embargo, recientemente se ha podido comprobar a nivel científico la existencia del instinto maternal. Ha sido a través de un estudio por el que se muestra por primera vez las alteraciones que provoca la maternidad en la estructura del cerebro, cambios dirigidos a mejorar la capacidad de la madre para proteger y relacionarse con el bebé.
- Efectivamente, el embarazo cambia el cerebro de la madre de modo que el mundo deja de importarle tanto como le importaba. Esa es la conclusión de una reciente investigación publicada en la revista Nature Neuroscience. En cuanto una mujer queda embarazada, todo lo que le rodea pasa a un segundo plano y focaliza toda su atención en el ser que crece en su interior. Pero es que además esta actividad se mantiene después del parto (normal por otra parte, ya que la especie la humana es una de las especies cuyas crías más tiempo tardan en poder vivir de forma autónoma).
- De esta manera, si no paras de pensar en tu bebé, te preocupas por su bienestar, buscas su mirada cuando no está contigo y sientes que algo os une, son cambios que podemos explicar científicamente y que están dirigidos a mejorar la capacidad de vosotras, las madres, para proteger y relacionarse con vuestro bebé.
- Aplicando técnicas de resonancia magnética funcional, se ha podido incursionar en el cerebro de las mujeres embarazadas y observar los cambios cerebrales que preparan a la mujer para la maternidad, mejorando la empatía madre-hijo a dos niveles. Por una parte, se ha podido ver que qué áreas cerebrales se activan. El resultado es que el embarazo provoca una disminución de la materia gris del área que regula la cognición social y la empatía, algo que, por otra parte, no ocurre en el cerebro del padre.
- La reducción que se produce en la materia gris no significa una pérdida de funciones ni de memoria, sino una selección de las mejores conexiones neuronales. Esta reestructuración cerebral sirve para incrementar la sensibilidad de la madre para detectar, por ejemplo, rostros amenazantes o para reconocer más fácilmente el estado emocional de su bebé. Además, se mantiene a largo plazo, al menos hasta dos años después del parto.
La bioquímica del amor materno
- Por otra, qué tipo de sustancias cerebrales químicas (neurotransmisores) intervienen; es decir, lo que podríamos denominar la bioquímica del amor materno. Así, una cantidad de ellos inunda el cerebro de la futura madre. Como ejemplo, la oxitocina, hormona del amor y del parto, la dopamina y la noradrenalina, hormonas de la exitación y de la euforia, respectivamente, la hormona de la felicidad o serotonina, así como grandes concentraciones de una endorfina que la onubila y le hace perder la cabeza.
Aspectos positivos y cuestiones a resolver
- El conocimiento de esta cuestión tiene un doble rasero. Por un lado y como parte positiva, podemos justificar, por ejemplo, el fundamento bioquímico de la depresión posparto. Así, sabemos que no depende de la voluntad de la mujer y eso la libera de culpa a aquellas que no respondan a los patrones esperados. Como parte más inquietante nos podríamos preguntar, si este mecanismo está concebido a asegurar la supervivencia de la especie, ¿perderá su sentido ahora que este proceso está cada vez más controlado, pautado y programado?